Hongos Sagrados
En el año 1958 el químico Albert Hofmann obtiene de los esclerotes de psilocibe mexicana dos compuestos químicos de acción psicoactiva que denomina psilocibina (4-fosoril-N, N-dimetiltriptamina) y psilocina, un derivado similar altamente inestable, sin el grupo fosfórico agregado. Todo parece indicar que el organismo metaboliza la psilocibina en psilocina para que pueda pasar al cerebro y producir los efectos psicoactivos.
Ambas son alcaloides del tipo indol derivados de la triptamina, metabolito importante del triptófano, el único aminoácido del tipo indólico y precursor potencial de los alcaloides de este tipo. Estos son compuestos que incluyen LSD, DMT, bufotenina, ibogaína, harmina y yombina; como también la serotonina, un neurotransmisor importante en la bioquímica de las funciones psíquicas; todos ellos, menos los últimos, tienen capacidades enteógenas.
La psilocibina y la psilocina son del tipo de indoles naturales que tienen o bien un grupo hidroxilo o un fosfato en la posición cuatro del anillo bencénico, el más involucrado en la actividad psicoactiva. La dosis activa en el hombre es de 6 a 12 mg; de 20 a 30 mg provoca fuertes experiencias enteógenas.
La psilocibina y la psilocina también se hallan presentes en las especies que pertenecen a otros géneros de hongos considerados sagrados en muchas culturas: conocibe, paneolus, stropharia, copelandia, inocybe, gymnopoulos y pluteus.
Se han identificado especies con efectos enteógenos de Panaeolus o Pholiota como los hongos a los que se hace referencia en antiguos relatos chinos como hsiao chün u «hongos de la risa» que en Japón reciben el nombre de waraitake y con el que comparten el mismo significado.
EFECTOS DE LOS HONGOS SAGRADOS
La ingestión de hongos Psilocybe, tanto crudos como secos, produce efectos en el organismo y la personalidad de una manera antagonista a la serotonina, por lo que se puede ver alterada la percepción del espacio tiempo, los sentimientos, el hambre, el sueño o aleterar los sentidos.
Algunos de los efectos pueden ir desde cierta hilaridad, desinhibición o una profunda introspección.
Como la mayoría de las sustancias enteógenas, el efecto dependerá principalmente del estado de ánimo de la persona, del ambiente, de la dosis, etc. También puede variar de persona a persona. Los efectos pueden durar entre 3 y 6 horas aproximadamente; por eso, se desaconseja su consumo si no es en un ambiente controlado o bajo la supervisión de un experto.
Las distintas variedades de hongos psicoactivos, conocidos también como hongos mágicos, que contienen alcaloides psicoactivos como la psilocina, la psilocibina y la baeocistina, pertenecen a las familias Strophariaceae e Hymenogastraceae de hongos basidiomicetos, del orden de los Agaricales. Los géneros más habituales y conocidos que producen especies que contienen estos alcaloides son el Psilocibe y el Panaeolus.
Algunas de las especies más conocidas son los Psilocybe semilanceata, Psilocybe cyanescens, Psilocybe azurescens y, sobre todo, los Psilocybe cubensis, de los que existen docenas de variedades como los B+, Ecuador, Mazatapec, y un largo etcétera.
Los hongos psilocibes han sido utilizados por distintas culturas por sus efectos medicinales y espirituales, en particular en los pueblos aztecas mesoamericanos de la época precolombina y posteriormente entre los mazatecos y zapotecos.
Teonanácatl fue el nombre náhuatl, el idioma de los aztecas, que recibieron los hongos psilocibes. Este término se ha traducico por “Carne de los Dioses”. Existen, más de 180 variedades de hongos que contienen psilocibina y psilocina, los alcaloides responsables de los efectos psicoactivos. Popularmente reciben el nombre de “hongos mágicos”, y son quizás la variedad enteógena vegetal más conocida.
La psilocibina es el profármaco de la psilocina (4-OH-dimetiltriptamina), un receptor no selectivo de serotonina 2ª (5-HT2AR) agonista y sustancia clásica “psicodélica”. Ambos compuestos convergen naturalmente en el género “psilocybe” de hongos, y están estructuralmente relacionados con el neurotransmisor endógeno serotonina (5-OH-triptamina, 5-HT).
La psilocibina tiene una historia antigua y más reciente de uso medicinal. Administrado en un entorno de apoyo, con atención psicológica preparatoria e integradora, se utiliza para facilitar el avance emocional y renovar la perspectiva de la vida.
La evidencia acumulada sugiere que la psilocibina con el acompañamiento psicoterapéutico se puede usar de manera segura para tratar una variedad de afecciones psiquiátricas incluyendo: ansiedad y depresión, adicción al alcohol y al tabaco, trastorno obsesivo compulsivo y depresión mayor resistente al tratamiento, así como para el desarrollo personal, espiritual y creativo.
Los hallazgos de estudios y ensayos con otros psicodélicos complementan los estudios clínicos que muestran que las medicinas ancestrales pueden tener un efecto positivo rápido y duradero impacto en la salud mental, a menudo después de una o dos dosis fuertes o tratamientos prolongados con microdosis y atención psicoterapéutica continua.
La psilocibina actúa rápidamente tras la ingestión y los efectos se manifiestan pasados unos 30 minutos, con una duración total entre 3 y 6 horas según la dosis.
El efecto es muy similar al del LSD, pero con un tono o calidad especial, quizás se podría decir que con una “calidez” propia o con el espíritu propio de la medicina. Quien toma estos hongos sagrados es conducido a una realidad donde la percepción está extraordinariamente agudizada; todo lo vivido bajo este estado suele tener una fuerte carga emocional.
Capaz de hacernos vivenciar lejanos recuerdos biográficos, tener comprensiones de la realidad que antes no habíamos sido capaces de entender, muestra a quien se atreve a mirarlo, aspectos trascendentes de su propia existencia y de su lugar en el mundo en una forma en la que es difícil esconderse tras los engaños y máscaras que nos ponemos en nuestra vida cotidiana que aparecen ante nosotros con total claridad.
Este fármaco tiene la capacidad de desmontar o desestructurar nuestra estrecha visión del mundo, la forma en la que nos enfrentamos a él y que llamamos personalidad. Aquí el autoengaño suele ser sinónimo de dolor.
Nos sumerge en un universo de visiones de una impresionante nitidez que cuando se sabe mirar a través de ellas aparecen cargadas de un profundo y real significado.
Finalmente, aunque sea de una forma no racionalizada, sólo queda la opción de rendirse y aceptar los propios límites y la propia finitud. Cuando esto ocurre suele acontecer un verdadero renacimiento normalmente lleno de gratitud y amor.
Por todo esto, su uso sensato debe ser en un marco ritual, aunque no necesariamente ceremonial, pero sí bien preparado y guiado, que nos permita poder alejarnos de nuestra cotidianidad sin otra preocupación que adentrarnos en lo profundo de nuestro ser.
O bien en un ámbito terapéutico que nos permita esto igualmente. En todo caso es importante un marco que permita la integración de la experiencia, para que algo de lo vivido quede en nosotros y en nuestra vida en forma de hechos constatables, que promueva el cambio y que en definitiva sea terapéutico.
En la Sociedad Ecuatoriana sobre Psilocibina, nuestro interés está orientado hacia esta perspectiva de la búsqueda de reconocimiento de sus propiedades Medicinales-terapéuticas y que sean investigadas para su aplicación, además del reconocimiento como patrimonio cultural y herencia ancestral, así como la no criminalización de la(s) sustancia(s).